Roque Dalton, la guerrilla poética en Centroamérica



A veces la obra de un autor se tiñe y se desdobla en la realidad que vive, su obra suele pasar a la categoría de documento representativo de un determinado contexto histórico o cultural. Así sucede con la persona de Roque Dalton, poeta salvadoreño de quien recuerdo haber dicho en una entrevista en el 2005 mantenida con Daniel Eb Huezo para la revista Clic que este autor encarna en obra y vida, como pocos, con sus diversas vicisitudes y su dramatismo, el acontecer histórico de El Salvador en su era contemporánea.

Baile del Sol edita ahora una porción de sus títulos entre poesía y narrativa y he tenido oportunidad de encontrar Poemas clandestinos en una librería de Cáceres. Titulada originalmente Historias y poemas de una lucha de clases (1974) y reeditada este mismo año 2008 con jugoso prólogo de Luis Alvarenga , está escrita por diversos heterónimos del poeta, a quienes inventa una biografía (incluso a algunas de estas entidades les hace escribir libros), hecho que viene a infundir un revitalizante perspectivismo en la obra de una persona demasiado proclive al proselitismo, que puede parecernos prencindible por lo circunstancial. Sin llegar o llegando al tono panfletario, hecho que incide sobre su lenguaje coloquial y su estilo prosístico, en donde palpita un sustrato surrealista europeo, la poesía que vierte Dalton, claramente reivindicativa, a veces se vuelve suavemente introspectiva y lírica y añade reflexiones intemporales, preguntas siempre latentes, matizadas por el desencanto y una cierta ironía, como en Recuerdo y preguntas, en donde el poeta lanza un apóstrofe doliente final que rasga la aparente serenidad del poema:

Aquí en la universidad
mientras escucho un discurso del rector
(en cada puerta hay policías grises
dando su aporte a la cultura),
asqueado hasta la palidez, recuerdo
la triste paz de mi pobreza natal,
la dulce lentitud con que se muere en mi pueblo.

Mi padre está esperando allá.
Yo vine a estudiar
la arquitectura de la justicia,
la anatomía de la razón, a buscar las respuestas
para el enorme desamparo y la sed.

Oh noche de luces falsas,
oropeles hechos de oscuridad:
¿hacia dónde debo huir
que no sea mi propia alma,
el alma que quería ser bandera en el retorno
y que ahora quieren transformarme en trapo vil,
en este templo de mercaderes?


Es este discurso introspectivo de Dalton y sus estructuras peculiares lo que ha transcendido de su obra, lo que merece la pena ser leído, más allá de incendiarias declaraciones que no deben sorprendernos en un poeta comprometido cuyo país, El Salvador, vivía entonces bajo el oprobio imperialista, y que luego se debatiría en la larga y encarnizada espiral de violencia que fue su guerra civil.

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