Escala en Valladolid y aperitivo con Eduardo Fraile




Recalo en Valladolid una noche sin tiempo apenas entrevista, honda provincia de atardeceres y ensueños evanescentes. Brujuleo tras el desayuno a la mañana siguiente visitando la regia catedral y sus calles centrales de amplios bulevares soleados, toda la atmósfera sumida en un tempo peculiar fundados en una placidez y retardo castizos.



Eduardo Fraile me invita a vino en un café en la flamante hora del aperitivo. Es un hombre de perfil romántico en su barba, espigado y fraternal que deslía una conversación ágil y cálida en la que se dan cita su labor editorial (Tassonville ediciones) su propia poesía (experimental) al folklore y a su casa asediada por los libros que él mismo produce.

Eduardo me revela que el Fróndor, emplazamiento umbraliano, está inspirado en el Parque Campo Grande del centro de la ciudad. Lo he visitado pero cualquier parecido (de las novelas de Umbral) con la realidad (de ese parque) es pura coincidencia. Es de ver la sublimación de la realidad a través del arte. El filtro de la literatura es realmente fascinante.

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