La biblioteca maldita

Tal la jerarquía celeste, también yo dispongo de mi purgatorio particular de libros: la biblioteca maldita, a la que destino todos aquellos libros aburridos que no merecen estar ocupando espacio en las estanterías de casa. De cuando en cuando exploro aquella espesa vegetación de arrabal, trapería libresca, ya que en ocasiones (cada vez más) encuentro algún libro insigne, digno de rescate. Hace años utilizaba este desván como sala de lectura de verano por lo que sí, no es insólito hallar tales obras eximias, que, con el tiempo, han quedado sedimentadas y cubiertas por esa otra capa de publicaciones anodinas de un tiempo más reciente, asomando a nuestros ojos como fósiles de un mundo perdido.


Últimamente paso los días condenando libros a la biblioteca maldita, debido a la presión bibliográfica que sufro en casa, pero el criterio para ello no es sólo el aburrimiento que me causan ciertos cartapacios y librotes, sino el desuso en que se encuentran. No es lo mismo, pero tanto va una cosa con la otra. Ahora todos los mamotretos duermen ese su sueño insípido en la biblioteca maldita a la espera de ser tomados en cuenta de nuevo girando el tiempo a expensas de una fortuna literaria siempre caprichosa.

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