Monasterio de La Rábida: Mística atalaya americana





Remontando las extensas soledades de la marisma, callado y humilde en su alcor asentado se yergue el convento, enigma que late magnético y misterioso de entre los humedales, medio oculto entre los pinares que insistente agita el viento, pertinaz habitante de esta tierra.









El convento se hace bálsamo, vértice de claridades para el viajero que se adentra en él, ungido de la sencillez de este pequeño cortijo de Dios, que quiere pasar desapercibido de tan modesto como es.

Reparo y consuelo de esforzados hombres, tiene en sí la evocación épica de la gesta americana que el claustro floral parece intuir en su alegre espacio, descanso de la visión. En su ámbito doméstico y grato de frailes en penumbra, el convento, con la grandeza de la sencillez, parece desdecirse de proezas mundanas para insistir en la esencia de la hermandad americana que inspiró ya por siempre, mira de gaviotas, en la mañana, su silencio pulcro y aromado.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Agradable texto y bonitas fotos, zi zeño