La venerable biblioteca de Cort



Junto a la bullanguera y ajetreada vida del turismo en torno, hay una realidad superpuesta en la isla, en efecto: la realidad de su provincianismo dorado y silencioso (la que tratamos de apuntar aquí), el sedimento de emociones, mentalidad y cultura de su gente a lo largo del tiempo, continuamente fructificando en toda la isla como flor asilvestrada, tímida y oculta.



Uno de los remansos de paz en la ciudad de Palma es sin duda la Biblioteca de Cort, oronda y gallarda construcción municipal de gran solera, envuelta en mueblería venerable cuyas estanterías albergan el inmenso acervo propio y forastero, flanqueado de grandes mesas donde algunas personas consultan obras y revistas y un puñado de universitarios irradian sopor reconcentrado estudiando para sus exámenes.


La biblioteca de Cort guarda ese espíritu palatino y burgués tan decimonónico en su estética de arabesco y modernismo, llena de estancias frescas, grato descanso en el mediodía para todo aquel que, en tregua de su deambular callejero, se refugia adentrándose en el edificio, buscando tal vez descifrar el enigma que encierra este risueño palacio que a todos nosotros nos presta gentilmente su acogida en el mismo centro de la ciudad.

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