Teatro del Norte, atrapados en una casa de muñecas (junto a una insurgencia cívica) en la Sala Guirigai



Teatro del Norte es una conocida compañía asturiana que, dirigida por el carismático Etelvino Vázquez desde hace 30 años, ha sabido crear un estilo muy personal y por donde quiera que va, se ve arropada por sus fieles seguidores, que cada vez crecen en número con cada función, como se demostró en la Sala Guirigai de Los Santos de Maimona, en donde tuvimos la fortuna de volver a verles actuar  después de un año de su Mariana Pineda) el pasado viernes 23 de enero con ocasión del montaje  de Casa de muñecas.

La obra original de Ibsen  está adaptada con el talento propio de Etelvino, quien centró el núcleo dramático de la obra en tres personajes: el matrimonio formado por  Nora (Cristina Alonso) y Thorvald (David González), junto a Krosgtad (Etelvino),  una triangulación sostenida en todo momento con gran brío en donde late la amenaza del usurero Krosgtad sobre la conciencia de Nora, que se ve obligada a ocultar una deuda contraída por salvar la salud de su marido, entre las carantoñas de éste y su mundo edulcorado que se revelará en toda su falsedad y por la que esta obra se considera el primer alegato  literario de reivindicación feminista.



El conflicto de la obra pesa en la conciencia de Nora entre trampas piadosas, risas esquinadas y un amor equívoco que Cristina Lorenzo interpreta con gran brillantez junto a David González (Thorvald), el marido complaciente que, en su orgullo masculino y paternalista encierra en una casa de muñecas a su mujer.  Thorvald tiene por ello un sentido machista de la convivencia y también tiene un gran sentido del deber, que precipitará los hechos inesperados provocados indirectamente  por las amenazas del usurero Krosgtad, personaje sombrío y maquinal que da vida  Etelvino Vázquez sobre el que incide un determinismo biológico en su proceder (rastro de la huella naturalista en la obra de Ibsen) y que se refleja en su obsesión de medrar una crítica a la sociedad contemporánea, impulsada (parece insinuarse) mediante las redes criminales de personas como Krosgtad en su delirio de poder. No por casualidad estos tres personajes son nuevos burgueses (o aspiran a serlo) buscando afianzarse socialmente. 


Tras la actuación, pudimos compartir ideas sobre la particular dramaturgia de raíz surrealista con los amigos de Teatro del Norte (Etelvino siempre cercano, amable y dicharachero, Cristina con su energética simpatía y David, relajado y comprensivo) junto a Agustín Iglesias en el vestíbulo de la Sala Guirigai, en donde se estrenaba esa misma tarde la muestra Insurgencias cívicas del artista sevillano Nacho Vilaplana (reseñada en la Madreselva9 de papel y on-line), comisariada por José Iglesias García-Arenal, quien  combina en fecha con su muestra Arquitecturas de la soledad en la Fundación Fiart de Madrid,  muestra colectiva donde participa la santanderina Clara Puentes, cordial y discreta, artista que expondrá en este mismo espacio de Los Santos de Maimona en abril.

Una gran sesión degustando teatro y arte plástico para deslumbrar la fantasía.  Doble ración artística en Sala Guirigai gracias a los amigos asturianos de Teatro del Norte con su Casa de muñecas y la exposición insurgente de Nacho Vilaplana, seguida de grata tertulia en la noche, dejando fluir las horas en la mejor vibración vital entre la deriva de los trasgos  (duendes insomnes), saboreando en arte la amistad y la noche.   




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