La realidad muerta de la erudición

Visitando libros aquí y allá en la Biblioteca de Badajoz (en donde he establecido mi cuartel de invierno), mejor dicho, revisando ciertos libros o manuales eruditos y altaneros, se confirma tristemente la pesada pátina académica cuyo estreñimiento mental les hace justificar sus palabras, en palabras prestadas de otros, autoridades trasnochadas en muchos casos, una erudición estéril que retoca y constriñe la realidad para insertarla a golpes y desfigurarla en sus moldes teóricos que sólo responden a la miopía intelectiva de muchos de aquellos autores, cuando lo que el crítico debe hacer es ni más ni menos interpretar la realidad que ve pero no manipular esta realidad a su interés, de esta manera se crea una realidad de laboratorio, aséptica y artificial.

Lejos del arco iris que es el arte, con su aire vivífico y desenfadado, esta realidad está presa en redomas y tubos de ensayo, huele a cloroformo. Me apena profundamente que hayamos estudiado y se estudie el arte y la cultura en esta apoteosis de la tristeza que son estos libros anodinos, en esta letra muerta, en esta cultura embalsamada, ajena a sus fuentes saludables, porque ante todo el arte forma parte de la vida, no es cripta sino manantial inagotable.

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