El Taller de Zenón nunca descansa

Miguel Jiménez circula por Sevilla en bicicleta y llega montado en una contundente máquina que amarra a la farola más próxima para tomarnos un café en una tabernilla junto al puente de Triana. Hace ya unos cuatro años coincidimos en Edita, un foro nacional que él suele frecuentar para sentir el pulso al mundo de la edición alternativa, campo que cultiva sirviéndose de su ingente directorio de contactos internacionales con los que mantiene correspondencia revitalizando el arte postal, en el que Miguel Jiménez es consumado maestro desde su Taller de Zenón, estudio situado a unos 15 kilómetros de Sevilla, adonde diariamente se desplaza para elaborar una producción en la que destaca el grabado y la fotocomposición artesanal.


Últimamente ha lanzado el cuaderno This is visual poetry publicado en EE UU por Chapbooks, y del que amablemente me regala un ejemplar dedicado, publicación que recoge un puñado de intervenciones gráfico-conceptuales (variaciones gráficas sobre una página matriz intervenida con tachones y demás signos de acuerdo a un grupo de números surgidos al azar) con el que parece homenajear el espíritu dadá, además de incorporar imágenes intervenidas y poesía visual varia en la que destaca el influjo op-art con decidida voluntad.



Se alegra de los nuevos aires que ha tomado la ciudad, el clima de efervescencia artística nueva que hace ahora natural la actividad de Miguel Jiménez, trabajando desde años con la apatía general del ambiente, reacio a todo lo que no fuese arte populachero y trasnochado. Miguel Jiménez es un abulense transterrado en Sevilla, él forma parte de una casta de artistas transterrados en Andalucía con un perfil definido. Vuelve a su tierra de cuando en cuando y se da un garbeo por Castilla cuando está de humor, como su último viaje a Soria y a Segovia, pero no le apetece mucho alejarse de la capital hispalense, en donde tiene su sede desde la que se relaciona con el resto del planeta.

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