Carmona lozana de sol y romancero






El escritor Juan Belloso, de metódica puntería en sus palabras y escritos, me ha invitado ayer a ir con él para acordar un contrato de edición que iba a realizar con la editorial sevillana Alfar. Nos ha recibido su director, Luis Emilio Oliva, en el mediodía amortiguado y silente del polígono industrial en donde se ubica la empresa. Durante la conversación hemos aludido a la posibilidad de mostrarle por mi parte algún proyecto editorial que pueda ser del interés de la editorial, esperando tener salida algunas de mis traducciones.






La obra sobre la que prepara su edición filológica Juan Belloso es una relación  histórica sobre la ciudad de Carmona, así que, después de las gestiones preliminares, nos hemos acercado a esta ciudad a realizar una prospección sobre el terreno para redondear cálculos y observaciones sobre el trabajo, en torno a su alcazaba, hoy sede del parador de turismo, en donde hemos almorzado muy a nuestro sabor en un entorno morisco y palaciego, regándonos con un vino blanco semiseco muy vistoso y concreto.



Carmona, ciudad retrepada en alcor de épica resonancia, es una ciudad de señorío repleta de arabesco y espiga bañada por la vibrante luz meridional. Paseamos por sus calles empedradas en un festival de recuerdos y crónicas sin dejar el amparo de la sabrosa sombra de las murallas, pasando por sus ciclópeas puertas medievales que le infunden el aire gallardo y gentil del arte musulmán, la ciudad, afianzada en su cerro se muestra galana y luminosa frente a la llanura infinita de los campos verdecidos de Andalucía.




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