La dinámica de la historia es un largo
río donde confluyen diversos elementos confundiéndose ritmos y
épocas en un todo orgánico que trasciende intemporal en su rastro.
No hace mucho, estuve hablando con el
amigo Antonio Aponte (nos conocemos desde niños), hoy director y
genio de Utopía, sobre el nuevo hito tecnológico de la realidad
aumentada, de la que su empresa Utopía (junto a Antonio González) es pionera en Extremadura y en España,
dado que todos los programadores que hoy la están desarrollando en la Península Ibérica caben en una furgoneta de reparto.
Mientras él iba exponiéndome la
cuestión de la realidad aumentada, es decir, un desdoblamiento de
planos y realidades textualmente hablando desde un espacio
bidimensional a otro tridimensional e interactivo, yo estaba viendo
perfectamente la integración total y el hallazgo definitivo haciendo
fluctuar un lenguaje desde el papel impreso al digital en la misma
superficie.
La realidad aumentada permite que sobre
un impreso cualquiera, uno pueda disponer de dispositivos ocultos que
hacen a ese impreso ser a la vez digital, programable e interactivo
sin dejar de ser un papel. Es el gran hallazgo del arte total, la convivencia formal y simultánea de diversos formatos y lenguajes.
La realidad aumentada viene a ser en su
discurso una nueva puerta de la percepción, ensanchar la realidad
humana hacia la cuarta dimensión que nos faltaba.
La realidad aumentada del siglo XXI es
la más asombrosa creación que ha inspirado el espíritu barroco,
hoy en forma digital, armonizando en los distintos planos físicos y
digitales, apariencia y realidad, concreción y abstracción,
lanzándonos en pos de la UTOPÍA. Exactamente igual que en el
carnaval barroco.
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