Todo es cuestión de música en las emociones y en la vida toda.
La música se sustenta
sobre el ritmo. Cualquiera que éste sea porque el ritmo de las
emociones y el de la percepción es muy personal y creativo. Muchas veces no sabemos cuál es el ritmo, pero lo hay (es un misterio) y rige nuestra biología y la naturaleza desde la eternidad.
En el origen de los
tiempos, había una música sin ritmo que era el caos hasta que se
acompasó al latido del tiempo y de nuestro corazón. Así los días,
arracimados en meses y estaciones del año siguen su ordenado ciclo
que atiende a un ritmo preciso y universal, igual que la atmósfera y
los astros siguen su enigmático ritmo.
La primera palabra que el hombre emitió fue un sonido: una nota musical. Las palabras siguen un
ritmo en el fluir de la voz y del pensamiento, en la prosa y en la
poesía.
En el arte, es el ritmo
de los elementos lo que crea el estilo y las sugestiones de nuestra mente.
La composición marca
el ritmo de la pintura en la mirada y en la percepción.
De la misma manera, la
ciencia y la historia responden a la sucesión de realidades
concretas en la noria del tiempo.
Y nuestra vida, arroyo
continuo del tiempo en secuencias diversas que convergen en un mismo
plano de la realidad que va haciéndose.
Saber marcar el compás.
Saber respirar. Ahí está todo.
Imagen: Óleo de Sacramento Guillén
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