La idiotez congénita de los no-seres



 
Las personas pobres de espíritu (sin coherencia ni personalidad), es decir, los no-seres, son las personas  más nocivas y perjudiciales de la humanidad, porque no sólo se hacen daño a sí mismas, sino que también se lo hacen a las gentes que tienen a su alrededor.

Se puede obrar mal por algún motivo concreto. Haciendo el mal, a veces, se está haciendo un bien. El mal no siempre es categórico y absoluto, sino que supone en ocasiones la carencia del bien.

Podemos actuar incorrectamente, a veces, para evitar males mayores. O por puro egoísmo. Existen los genios del mal y hasta pueden ser justificables en sus propios fines.

Todo tiene una respuesta.

Pero no saber qué se está haciendo, hacer daño continuamente sin saberlo ni proponérselo no es justificable ni tiene perdón.

Es muy peligroso que alguien no controle sus actos ni sus palabras, porque puede estar creando un daño tan inútil y gratuito que, sobre todo, por eso mismo, ese acto es  propio de un ser idiota e indigno de la vida.




     

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