El dúo jerezano GonzálezCalderón actuó en el pasado concierto de abono de los sábados musicales de las Juventudes Musicales de Zafra
interpretando 13 imágenes para El Principito, original de Alberto
González Calderón quien (nos reveló al término del concierto) compuso estas
piezas como regalo para su hija Beatriz (la violonchelista del dúo). Esta íntima genética de la obra infundió al
concierto una intensa personalidad que nos envolvió en todo momento.
Alberto González Calderón supo ilustrar con maestría los
pasajes de la popular obra de Antoine de Saint-Exupèry en pinceladas sonoras muy
intensas. La dialéctica musical del dúo
vertebra el discurso en una doble vertiente: narrativa (el cromatismo del piano)
y lírica gracias al cello en sus espesos acordes, proyectando juntos el universo extrañado de El Principito, un ser desarraigado de su
entorno en cuya búsqueda va explorando otros mundos en un viaje iniciático que equivale al
conocimiento de sí mismo en medio del desamparo y la noche.
El Principito significa así la deriva existencial del ser
humano enfrentado a un mundo hostil en el que debe sobrevivir, la caída
simbólica del paraíso que busca en su marcha errante, al modo del vuelo del paracaidista, motivo
místico de la vanguardia a la que este precioso relato se asocia.
El dúo GonzálezCalderón ha enriquecido la obra literaria con sus cuadros sonoros llenos de
un desbordante lirismo que nos ha conmovido en profundidad, vertiendo
musicalmente el desamparo, la angustia y el desconcierto de El Principito, ese
ser desbordante de poesía que atraviesa
un mundo desangelado a la busca de respuestas que sólo encontrará, igual que cualquiera
de nosotros, en la dimensión y en el grado de la realidad que estemos
dispuestos a asumir.
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