La seducción de “Um Picasso". El drama político de la Companhia de Teatro de Braga

Foto: Paulo Nogueira


Un decorado elemental y sintético potencia exponencialmente la intensidad emocional de una obra. Esta es una premisa teatral clásica  que ha puesto en escena la noche del pasado 21 en la santeña Sala Guirigai  la Companhia de Teatro deBraga, como parte del Circuito Ibérico de Artes Escénicas bajo la dirección artística de Rui Madeira con el drama Um Picasso, basada en la obra de JeffreyHatcher.

Sirviéndose del enclave histórico del París ocupado durante la II Guerra Mundial el argumento desarrolla el interrogatorio que hace una comisaria de arte  sobre un crítico  acerca de la autenticidad de un Picasso confiscado por los alemanes.  

Dos personajes en un entorno ministerial y frío que el escenario minimalista (obra de Eduardo Tolentino de Araújo) intensifica con una luz fantasmagórica que baña a los dos personajes en escena que nos envuelve y nos implica en la estupenda actuación de Solange Sá, una oscura agente  de retorcida diplomacia sirviéndose de un equívoco erotismo sonsacando información a un crítico atribulado y esquivo  (interpretado por Rui Madeira) hasta descubrir la clave que lo sustraerá finalmente de las redes del sistema, enmarañando la percepción de la comisaria, en un despliegue de registros escénicos muy complejos.

Teatro con un alto componente de crítica socio-política como es habitual en la Companhia de Teatro deBraga, Um Picasso nos habla de los oscuros resortes del poder (en alusión también al mercado del arte) en el doble juego de fascinación y cautiverio, libertad y condena que este poder persigue inspirar desde su actitud mesiánica,  un juego que (por artificial), la pasión acaba desenmascarando en su propia esencia.


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