Foto: Artezblai |
Elektra se
consume en la venganza hacia Egisto, amante de su madre Clintemnestra y asesino
de su padre Agamenón, rey de Atreo,
esperando la vuelta de su hermano Orestes, ejecutor del castigo, quien hará
cumplir la venganza y así la justicia eterna en la que el alma torturada de
Elektra podrá al fin descansar.
La compañía
asturiana Teatro del Norte (sobradamente
conocida en la Sala Guirigai) bajo la dirección de Etelvino Vázquez representó el viernes 11 de noviembre en la Sala Guirigai de Los Santos de Maimona una versión de esta tragedia clásica para
cuyo guión Etelvino se ha inspirado en los textos de Sófocles, Eurípides, Hugo Von Hofmannsthal, Heiner Müller, Sartre y Strauss todo una sabrosa herencia que ha sabido interpretarse de una manera muy
personal, haciendo hincapié en el irracionalismo de los personajes, especialmente
de Elektra, caracterizada por Cristina
Lorenzo, quien realizó una interpretación memorable sobre la dignidad
ultrajada, un personaje manipulador que guiará a Orestes (David González) tras la insidiosa incertidumbre de su regreso, para culminar el castigo contra Egisto y Climtemnestra
(Etelvino Vázquez).
La música del
montaje (original de Alberto Rionda)
crea una gran sugestión en un espacio escénico inquietante y simbólico (creado
por Carlos Lorenzo) cuyo centro era
la puerta del palacio y el acceso a la psique de los personajes (muy propio en
el lenguaje de Teatro del Norte) flanqueado
por barras alusivas a la prisión que vive Elektra y su hermana en vida dentro del
palacio, que en su reflejo metálico (luminotecnia de Rubén Álvarez) advierte de la tragedia que se aproxima, en
una intriga permanente bajo la angustia de Elecktra, alma rebelde retorcida en
el dolor y la miseria de sentir profanada su sangre, rivalizando con su madre
Climtemenestra, consentidora del horrendo crimen (justificándolo ésta como castigo a su esposo Agamenón por sacrificar a su hija Ifigenia).
Teatro del Norte
ha interpretado su Elektra en la dimensión intemporal del irracionalismo que se
apodera de los personajes, hundidos en
un abismo psicológico. Una obra potenciada por el aire épico que inspiró a los
románticos en su día y que hoy por hoy sigue muy vigente porque, al fin y al
cabo, Elektra es la tragedia de la lucha por recobrar la dignidad del ser humano,
un largo camino lleno de interminables vilezas y dificultades hasta llegar a la
ansiada justicia, principio y fin del proceso ético y vital.
Comentarios