Foto: Ángela Sayago |
Taladrando
nuestro cerebro, un sónar desangrado en su ulular palpitante es el último poemario
de Fran Amador Luna, quien con el
título Baúl blando de disfraces
derretidos acaba de editar la editorial Ultramarina en su colección
Narrativa de Ultramar, obra que fue presentada el pasado sábado 4 de marzo en
el Café La Marquesa de Zafra por su propio autor, acompañado de su editor, Iván Vergara y presentado por el poeta Pablo Rubio, un acto recogido por Visual Project.
Fran Amador Luna redactor de la revista Canibaal nos vuelve a sorprender con una
obra muy arriesgada, corrosiva y sonámbula, donde explaya su iconoclastia
existencial a través de una serie de textos en caleidoscopio enloquecido de
turbio sedimento (de claro matiz existencial), un carrusel vertiginoso de
metáforas por el que se desliza un discurso crítico sobre la propia naturaleza
del hombre (baúl blando) convertido en depredador de sí mismo en un
remolino de pasiones absurdas (disfraces
derretidos) que constituyen la trayectoria de unas vidas extinguidas en su
propio hálito que se debaten en los términos del yin y del yan (prólogo y
epílogo del poemario) entre los cuales palpita el fracaso de la vida, de la
vida de cualquier ser humano acribillado por la desidia y el embrutecimiento de
un mundo liderado por los fogonazos de la publicidad y el espectáculo.
El lenguaje
se tensa al límite expresando la atmósfera congestiva de la experiencia poética y vital, reflejada en su misma
estructura en la frontera misma entre poesía y narración (pseudorrelatos los ha
llamado su autor), necesario en esta realidad plasmada que igualmente
se tensa hacia las fronteras del absurdo en una recalcitrante pesadilla.
Fran Amador Luna sigue indomable su camino con Baúl blando de disfraces derretidos
en su eléctrico dadaísmo, llenando con su voz los ángulos de la realidad más
descarnada y voraz para ofrecernos pese a todo, algo (siquiera un hilo) de
necesaria esperanza:
Tengo tan poca fe en mí mismo como la que tiene para sí un paraguas agujereado.
Tengo tan poca fe en mí mismo como la que tiene para sí un paraguas agujereado.
Pero aquí estoy, sobrevolándome, sobre-poniéndome (...)
Comentarios