El amor
tiene su gran aguijón en su propia idea espoleando su desarrollo en potencia.
Esta es la idea de la versión que Etelvino Vázquez ha escenificado del clásico de Lorca
Amor de Don Perlimplín con Belisa en su
jardín representado por la compañía
que él mismo dirige, Teatro del Norte, el viernes 10 de noviembre en la Sala Guirigai de Los Santos de Maimona,
abarrotada de público entusiasta al que Teatro del Norte jamás defrauda en su visita
anual.
La pieza
teatral se desliza de la farsa a la amarga tragedia en una solución de
continuidad admirable en donde sus protagonistas viran su personalidad,
acercando su visión del mundo paradójicamente, que precipita el desenlace en
una escenografía minimalista creada por Carlos
Lorenzo que subrayaba la acción escénica, apoyada por la luminotécnia de Rubén Álvarez llegando a crear un gran
efecto poético derivado de los personajes.
Don Perlimplín, solterón empedernido entrado en
años, se casa con Belinda circunstancialmente recomendado por su criada
Marcolfa (David González), ambos inician una relación sin firmeza aunque
progresivamente sentirán diversas posturas sobre el amor gracias (o a
consecuencia) de lo cual, final y fatalmente, acabarán unidos trágicamente.
Etelvino Vázquez interpreta con gran
delicadeza a este viejo solterón lorquiano que descubre en su interior el
sentimiento amoroso por Belisa,
jovenzuela frívola que le engaña aunque gradualmente va sintiendo un fogoso
amor hacia un desconocido, trama urdida por el mismo Don Perlimplín para salvaguardar su amor propio e idealizar a los
ojos de su amada Belisa su propia
figura (personaje doble, pues), que al final se precipita hacia su trágico fin,
convirtiendo el amor apasionado de Belisa
en puro ideal, al desaparecer Don
Perlimplín y el galán (son la misma persona), el objeto del amor de su
esposa, en una actuación estupenda de Cristina
Lorenzo recogiendo esa evolución psicológica de un personaje
casquivano que a través de la tragedia
se dignifica. La paradoja de Don
Perlimplín es que con su muerte se consagra el amor de Belisa hacia él que hasta entonces permanecía insensible. Ambos
personajes, con ello encuentran su ideal, vivir en el amor eterno que concede
el ideal, que sobrevive a la muerte.
Etelvino
Vázquez ha versionado esta tragicomedia lorquiana (obra que inspiró a Bruno Maderna su montaje musical en 1962) haciendo un estudio psicológico de los personajes desde una dimensión
onírica y surrealista con el tratamiento exquisito que le es propio y que ahora
ha escenificado en la Sala Guirigai con
su Teatro del Norte, induciéndonos a
rastrear nuestra propia conciencia a la búsqueda de preguntas sobre nuestra
propia identidad.
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