Ruta Cantábrica (3ª parte). Pueblos cántabros






Santillana del Mar


Santillana del Mar aunque no tiene mar sí tiene otra Santillana  del monte en la provincia de Palencia y para distinguirla se la reconoce con ese apelativo que nada tiene que ver con su relieve, incrustada en la montaña, pero perteneciente a Cantabria, y de ahí lo marítimo.
Encantador pueblo medieval, Santillana del Mar tiene su colegiata con su claustro del siglo XII, vagamente oriental en los capiteles de columnas geminadas. Templo dedicado a Santa Juliana, martirizada en el 308 de nuestra era, arrastra una historia valerosa. Y junto a ella la capilla de San Luis, aquel caballero cuya apuesta figura ha quedado en el dicho popular “más bonito que un San Luis de palo”. Pues míralo aquí en Santillana.











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San Vicente de la Barquera



Hoy recoleto casco antiguo de trazado lineal y en fuerte cuesta, San Vicente fue durante el siglo XV emporio comercial del cantábrico, una rica población cuyos fueros le fueron concedidos por Alfonso VIII en el siglo XIII. Zona de intrincado acceso  hace pensar en su importancia estratégica, a la población se accede por dos sólidos puentes, de uno de ellos, el más antiguo, se dice que si se cruza sin respirar se hace realidad el deseo pedido aunque lograr el propósito sin respirar es bien difícil en puente tan largo. 

Todo el recinto amurallado lo gobierna un castillo que parece un galeón, recia silueta en el cielo, y su iglesia-fortaleza forma parte de la ruta de Santiago.   








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Comillas



Cercana a la costa se encuentra la aristocrática ciudad de Comillas donde tiene sede la Universidad Pontificia, de espigada planta.






Aquí se construyó el Palacio Sobrellano, de estilo neogótico, con su capilla (ideal para una película de terror) por el ingeniero Josep Martorell,  a expensas del excéntrico marqués de Comillas, con el que se agasajó a Alfonso XII en su visita a la ciudad, y durante la cual el rey realizó un consejo de ministros, de lo cual se dice que Comillas fue corte real. Sin embargo, el referente eterno de Comillas es el Capricho de Gaudí.




Ordenada construir por Máximo Quijano, abogado que hizo las Américas, Gaudí diseñó este palacete bajo el auspicio de la música que lo rige todo (al subir o bajar las ventanas, suenan campanas) tanto en su estructura como en sus detalles ornamentales, haciéndose eco de las inquietudes de su propietario, que era músico y compositor también. Un despliegue de técnica vanguardista para la época que hoy diríamos domótica. Gaudí diseminó signos telúricos, jeroglíficos y otros lenguajes crípticos alrededor de este singular edificio que recuerda a los cubet catalanes.




Pero la historia que se encuentra detrás del edificio es bien amarga. Su propietario, el señor Quijano, lo habitaría solo siete días, los siete últimos días de su vida, durante los cuales estuvo enfermo. Rodeado de todo el esplendor, de toda la riqueza en la cima de su vida, el señor Quijano no pudo gozar de su obra, ya enfermo qué podría importarle todo el lujo que le rodeaba, qué pensaría, qué sentiría el señor Quijano en sus siete últimos días de vida. Ah vanidad de vanidades.   

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Torrelavega

Ciudad industrial, Torrelavega, centro de la comarca pasiega, tiene ese aire laborioso del comercio en sus calles. La segunda ciudad en importancia de Cantabria tiene una nutrida población y amplias avenidas en donde predomina un estilo neoclásico que hace ver su fuerte empuje económico en sus casas señoriales, trazadas en un entorno muy paseable y ameno con avenidas llenas de luz.




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